jueves, 8 de enero de 2009


Sé que en algún lugar del mundo, existe una rosa única, distinta de todas las demás rosas, una cuya delicadeza, candor e inocencia, harán despertar de su letargo a mi alma, mi corazón y mis riñones.

1 comentario:

Adolfo dijo...

Yo también he intuido siempre que, en algún lugar del mundo, debía haber una rosa blanca más blanca que el resto de las rosas. Lo intuí y, a fuerza de querer encontrarla, el destino me hizo el regalo de saber que existía y estaba ahí, que podía perfumar mi espíritu sin necesidad de acercarme a ella, que era diferente, única, luminosa... Era y es lo más parecido a un milagro. ¿A quién crees que debo agradecer más ese regalo que guardo en un limpio y secreto rincón de mi alma? ¿Al destino... o a la rosa?
MOI.